26 diciembre, 2005

Crónica de un encuentro

El encuentro conmigo me está costando pero al final dá resultados. No es fácil aceptarse con todas las taras y defectos (y no es que lo haya hecho totalmente aún). Citando a Serrat en Sinceramente tuyo, "..preferiria con el tiempo reconocerme sin rubor.".
Este año de taller de teatro me hizo transitar un pedacito de ese camino. Conocí gente simple y maravillosa de la cual me siento honrado empezar a sentirlos mis amigos, con todo lo que eso significa. Y pude (como no pude hacer tantas veces) terminar un año de clases con un resultado final, que fue la muestra "Bar el encuentro". Con tanto miedo que pensé segundos antes de salir a escena qué pasaba si no entraba. Al final la relación con mis compañeros y mi profe fué en definitiva la que hizo que salga todo bien, fué sentirlos, dejarme sostener y empezar a disfrutar lo que estaba haciendo.
En fin, estoy feliz por haber logrado el objetivo de este año. El 2006 vendrá con las mismas ganas de seguir aprendiendo y con gente a la que ya llevo en mi corazón.

09 diciembre, 2005

Asociación libre

El diccionario dice que es un "método constitutivo de la técnica psicoanalítica, según el cual el paciente debe expresar, durante la cura, todo lo que se le ocurre sin ninguna discriminación.".
Yo paciente no soy, ni psicoanalista, pero lo uso como todos nosotros lo hacemos. En este caso para jugar un rato.

Asociación libre me remite a dos cosas: una es una asociación con socios y todo, y que se llama “libre”, aunque podría llamarse “libres”. Pero la relación más fuerte es con “asociación ilícita”, que –convengamos- todos desearíamos que sus integrantes queden lo menos libres posible.
Fuerte me remite a “Fuerte Apache”, y apache a un fuerte, pero con indios y todo. Relación cíclica podría llamarle porque en Fuerte Apache no faltan los indios.
Indio me lleva no a un indio de la India sino a un sioux o piel roja. Y piel roja me recuerda a mis días en la playa.
Días de playa podría ser el nombre de una película tipo “La Carpa del Amor”, que lo parió con la producción cinematográfica nacional, eh!. De ahí a Mónica Gonzaga y a Cacho Castaña hay un paso.
Mónica, cuántas veces nos ha separado una carpa! (sentido homenaje a la Gonzaga).
Seguimos con el Cacho, el café, la humedad, billar y reunión. Y el puto gato que destroza el cordón de mis zapatos, dice el tango. Como gato no tengo, vuelvo a la producción cinematográfica.
Cinematográfico no me lleva a las películas sino al cine como lugar. Y a los proyectores tal cual los conocí, con decenas de poleas y pernitos y la película enhebrada entre dos carretes.
Carrete al hilo, a mi vieja cosiendo en la máquina, y a Cañete. Más precisamente a Canuto Cañete, conscripto del siete, personaje de nuestro prócer Carlitos Balá.
Balá a Absalon, que era oootro personaje pero de la revista Billiken de las viejas y que tenía el mismo corte de pelo insufrible.
Billiken a las tijeras, y las tijeras a la escuela. La escuela (mi escuela) a Flora la portera, una gorda hermosa que hacía los sanguches de paleta y queso más ricos que haya comido jamás. Paleta me lleva nuevamente a la playa pero a la de mi niñez, en Villa Gesell.
Es inevitable el recuerdo del fitito blanco con guardas de paralelogramos rojos. Cuando mi viejo aprendió a hacer esta decoración, o te corrías o te hacía una guarda encima. Todo lo que recuerdo de esos años tenía esa guarda.
Guarda que se hace tarde ¡. Sigámosla entre todos.

01 diciembre, 2005

Flash sobre Creep (radiohead) en versión acústica.




Traducción: (por Leandro Fanzone)

When you were
here before,
couldn't look you in the eye.
You're just like an angel,
your skin makes me cry.
You float like a feather,
in a beautiful world
I wish I was special,
you're so fucking special.
But I'm a creep, I'm a weirdo.
What the hell am I doing here?
I don't belong here.
I don't care if it hurts,
I want to have control.
I want a perfect body,
I want a perfect soul.
I want you to notice,
when I'm not around.
You're so fucking special,
I wish I was special.
But I'm a creep, I'm a weirdo.
What the hell am I doing here?
I don't belong here
She's running out the door,
she's running,
she run, run, run, run, run.
Whatever makes you happy,
whatever you want.
You're so fucking special,
I wish I was special,
but I'm a creep, I'm a weirdo.
What the hell am I doing here?
I don't belong here,
I don't belong here.


Cuando
estuviste antes acá,
no pude mirarte a los ojos.
Sos como un ángel,
tu piel me hace llorar.
Flotás como una pluma,
en un mundo hermoso.
Me gustaría ser especial,
mierda que vos sos especial...
Pero yo soy un cretino, soy un tipo raro.
¿Qué carajo hago acá?
No pertenezco a este lugar.
No me importa que duela,
quiero tener control,
quiero un cuerpo perfecto,
quiero un alma perfecta.
Quiero que te des cuenta
cuando no estoy por acá,
mierda que sos especial,
me gustaría ser especial a mí.
Pero soy un cretino, soy un tipo raro.
¿Qué carajo hago acá?
No pertenezco a este lugar.
Ella se está escapando por la puerta,
corriendo,
corre, corre, corre, corre.
Lo que te haga feliz,
lo que quieras.
Mierda que sos especial,
a mí me gustaría ser especial.
Pero soy un cretino, soy un tipo raro.
¿Qué carajo hago acá?
No pertenezco a este lugar.
No pertenezco a este lugar.

29 noviembre, 2005

Paf o Puf ?

Leyendo el clarinete de esta mañana ví un artículo que nombraba al (mueble?, adminículo?) ese que tengo en el depto. A saber, una bolsa de símil cuero toda enllenada de telpogor, luego de más telpogor porque al anterior se fué aplastando, y la última vez se deglutió un colchón de espuma de poliuretano cortado a lo Jack The Ripper. Algunos le dicen "fiaca" pero a mí me dá idem llamarla así, y además en este momento no es lo que nos c/pete. La pregunta del millón es:

Se dice puf o paf ?

y agregamos otra, que si la escuchamos 10 veces tendrá pues 11 versiones, poh:

El apellido del famoso Tom se pronuncia cruis, crus, crais ?

deanlé, desasnemonos entre todos !!

26 noviembre, 2005

Nino Bravo dixit (40 grandes éxitos)



Mi Querida Mama:

Te quiero, te quiero pero no debo pensar en ti porque el tren se va. Ni el viento ni el tiempo hoy te quiero ofrecer, sino lo que yo te quiero dar, que es un beso y una flor. No quiero que te enojes, pero hoy soy feliz con Noelia por culpa tuya. Te ruego le entregues estas cartas amarillas.

América:
Ahora lo sé. Antes fue Carolina. ¿Te Acuerdas Maria? Recuerdo cuando la llevé. Dije: -Veo una puerta de amor. ¿ esa será mi casa ? Traté de justificarme diciendo -perdona mi tierra, es el viento. La besé, le confesé -voy buscando aquel amor, le susurré
-nuestro hogar será el mundo. Elizabeth.
Y ahí me dijo: -vete, quien eres tú?.
Le rogué que no vuelva con él, le grité :
-Eres todo cuanto quiero por que mi mundo esta vacío !!
y el eco me respondió: -nooo, por que ese hombre es mi gran amor.
La entiendo, pensará para que seguir libre si tú me cambiarás. Por fin mi amor, has vuelto esta mañana. Por fin cantaré al amanecer. Te amaré, contigo soy feliz.

El sicario



Conozco muy bien mi trabajo, señor. Nunca antes había errado mi objetivo y no es justo que pase a la historia como un principiante.
Créame, ella era tan hermosa que me tomé un minuto para contemplarla antes de hacer mi trabajo, cosa que -reconozco- jamás debería haber pasado.
Vi que alguien iba detrás suyo escondiendo un revólver y al ponerse a la par le disparó en medio del pecho. Crucé la calle desesperado porque vi que aún respiraba y cuando miré alrededor solo vi un policía...y yo con una foto de ella en la mano. ¿No me cree, verdad?

Publicado en www.cuentosdecienpalabras.com de Jordi Cebrian

26 octubre, 2005

El milagro de las barcas



Barcas son las que se encontraron grabadas en el Disco de Phaistos, de la Creta del 3700 AC . Dicen que Jesús enseñaba sentado en una barca. Los egipcios creían que en una barca los muertos atravesaban los canales y los senderos hasta el campo de la felicidad. Los barcos siempre tuvieron una atracción especial para mí. Todos con un común denominador: una sensación de sobrecogimiento. Y tanto los enormes transatlánticos como las pequeñas barcas de los pescadores; unos por lo imponentes, las otras por lo precarias. En lo personal me quedo con las barcas de los pescadores, porque me remiten a la nobleza y al trabajo. Dos precarios -hombre y herramienta- viven de robarle el alimento a un monstruo tan imponente como es el mar. Dos precarios que en ese momento se convierten en gigantes.

03 septiembre, 2005

Etimología: SIESTA



Palabra derivada del latín sex (seis): los romanos contaban las horas a partir de la salida del sol, de modo que al mediodía era aproximadamente la hora sexta, por lo al tiempo en que se almuerza y se echa luego un breve sueño antes de continuar las actividades vespertinas se llamó sexta en latín ibérico, y más tarde siesta,

Según el Tesoro de la lengua castellana (1611),de Covarrubias, la siesta es el tiempo que transcurre entre el mediodía y las dos de la tarde. El mismo Diccionario define sestear como Reposar a la sombra en la hora de sexta, que es la del medio dia.En los escritos del siglo xiii, figuran los términos sexta y sesta para indicar bien esa hora o bien el ordinal del número seis, pero a siesta, que también es usado,se le da el significado actual.

12 agosto, 2005

Unplugged (desenchufado)

Tranquilidad y tiempo. Tiempo para pensar y para hacer las cosas que a uno le gustan. Tranquilidad para disfrutarlas sin culpa. Tiempo para mirar de cerquita las cosas simples. Quizá este cuadro no se lo venda a nadie; eso no lo sé. Mientras esté en mi casa será una ventana abierta a la tranquilidad, a la posibilidad del descanso, al tiempo que de ser ocioso pasa a convierte en algo creativo o gratificante. Y si alguien lo compra seguramente no será por que vió un derroche de técnica ni nada parecido. Voy a asumir que le transmitió esa sensación de paz que siento en este momento.

15 julio, 2005

Lo leí por ahí y me gustó

Cuando cumplí los catorce, mi padre me llevó a lo alto de un monte. Desde allí se divisaba una extensa meseta que se extendía hasta el horizonte. Me quedé fijo contemplando aquel espectáculo. Mi padre estrechándome los hombros y señalandome con la mano la vasta extensión, me dijo:
- Hijo mío,todo esto algun día será tuyo...y tendrás que barrerlo

(gracias GURB)

06 julio, 2005

Tío Alberto (cuento)

Era hermano de mi abuela paterna, soltero y pescador de toda la vida. Su rostro curtido por setenta y pico de años mostraba las huellas de los excesos de trabajo y también de los otros. Muy flaco, el pelo negro engominado, los ojos hundidos y los bigotes enormes. Vestía siempre, a toda hora y en cualquier estación, un pijama blanco y gris a rayas similar a un traje de preso.
Lo veía todos los días a las cinco de la tarde –la hora de la merienda- en la cabecera de la mesa del comedor con una servilleta celeste a cuadrillé, sobre ella la taza al tono y una lata de galletas siempre iguales. No llegué a distinguir durante esos años de mi niñez si las galletas eran siempre las mismas que sacaba y devolvía una y otra vez a la lata o si mi abuela había acopiado cientos de bolsas para él.
Me asustaba verlo andar como una silueta de fantasma por la casa. Parecía dejar el cuerpo vagando de un lado a otro mientras su mente seguramente revivía mejores tiempos. Quizá recordaba esas aventuras marineras que solía contar en reuniones familiares, pero lo que es seguro es que no estaba del todo de "este lado". Otra cosa que recuerdo es cuando sacaba su dentadura postiza y la volvía a poner en su lugar en una rápida y repulsiva maniobra. Así el tío Alberto fue mi primer contacto con la vejez y hasta mi primer contacto con la muerte.
Por causa de las enfermedades que se le iban acumulando con el tiempo un día falleció, ahí mismo, en la casa. Tenía yo tenía siete años en ese momento y quedé realmente impresionado. Por mucho tiempo no pude acercarme solo al comedor donde solía verlo y por las noches él estaba en mis pesadillas, mirándome con esos ojos tan lejanos mientras se acercaba haciendo el famoso movimiento de los postizos. Obviamente la vida sigue para todos y en algunos meses el recuerdo del tío era cada vez más difuso, salvo en las noches en que venía a aparecerse en mi mente infantil. Pero para un niño los muertos son capaces de cruzar barreras que los adultos creen infranqueables.
Una tarde de otoño que no podré olvidar nunca, entré corriendo al comedor de la casa de mi abuela y ahí mismo conocí a La Muerte en persona. Estaba sentada en la cabecera de la mesa, pijama a rayas grises y blancas, servilleta celeste, taza al tono...y las galletas de siempre. Ahí estaba La Muerte, o el muerto, que para el caso lo mismo da. Quise correr y no pude, quise gritar y tampoco pude. Solo atiné a caminar para atrás. La Muerte con el pelo engominado y grandes bigotes me miraba, y hasta creo que sonreía sádicamente. Alargó una mano huesuda hacia mí pero pude escapar. Salí de la casa y por suerte encontré a mi abuela que no podía contener mi llanto y la explicación entrecortada de lo que había visto ahí adentro, en su propia casa. Tardé un poco en explicarle pero lo logré. Ella me acariciaba la cabeza con las manos y sonreía. Me dejó terminar, me dio un beso y me contó que la Muerte en realidad se llamaba Fernando. Que era otro hermano suyo a quien yo no había visto nunca. Que estaba un poquito enfermo y que viviría con ella de ahora en más. Que el tío Alberto estaba bien en el cielo y que no había de qué asustarme. Que este nuevo tío Fernando estaba vivito y coleando y que nos íbamos a llevar muy bien. Después de eso pude volver a la casa, entré y me presenté al tío y nos reímos todos por mi confusión.
Así compartí unos años más con Fernando, nos hemos divertido muchas veces y nunca se escuchó otro comentario sobre el asombroso parecido. Sin embargo podría jurar –y esto jamás lo he dicho a nadie- que más de una vez creí ver mientras paseaba como en trance por la casa, en sus ojos profundos, la lejanía del mar.
Y hasta donde sé, el tío Fernando jamás fue pescador.

05 julio, 2005

El gato gris (cuento)

Una tarde de domingo “casi” como cualquier otra. Mi madre está preocupada por su pequeño compañero. El gato gris se ha convertido en su involuntario camarada de las noches de insomnio, y ahora está enfermo. Me pide que lo
revise, está debajo de su cama, echado, mojado y despidiendo un hedor insoportable. Cobardemente le pido disculpas, pero no puedo hacerlo: no soporto la expresión del animal cuando me acerco y llora. Tejemos mil teorías sobre el origen de la enfermedad, pero el gato sigue acorralado, sufriente y - según la apreciación de mi madre - con la cabeza hinchada. Debe ser un caso fulminante si según sus propias palabras “hasta ayer estaba bien, hasta durmió a los pies de la cama”.

Al cabo de un par de horas, cuando mi hermano Javier se levanta, mamá le comenta la noticia y le reitera el pedido que yo por aprensión o no sé que cosa, no pude cumplir. Claro, él es distinto. A los veinte años tiene la fuerza de un potrillo y ese sentido de la justicia que quizá vamos perdiendo de a poco. Toma las riendas del caso, mete al pobre animal en una caja y lo lleva apresuradamente al veterinario, no sin antes hacer los cargos pertinentes en cuanto al abandono del animal, la desidia por no haberlo atendido antes, y algunos otros pecados capitales que de a uno van cayendo sobre la conciencia de mi madre (y de rebote sobre la mía, porque después de haberme negado me he convertido en cómplice de todo eso). Lo veo irse y me siento orgulloso. Ahí va él, dueño absoluto de la situación y a punto de remediar la infamia de ver apagarse una vida sin haber hecho demasiado. Dentro de la casa todo son miradas llenas de vergüenza e intentos de justificarlo todo. Ahí afuera la cosa es distinta.

El veterinario dice que el intento por recuperar la salud del gato puede llevar hasta un mes de sufrimientos del pobre bicho, y que la otra alternativa es sacrificarlo. No quisiera estar en los zapatos de Javier ahora. El debe decidir la acción a seguir y resuelve inmolarlo. Dudo que haya sido una decisión simple, pero seguramente fue la mejor. A su regreso, se da al duro oficio de enterrador de gatos, en un pedazo de parque entre la vereda y la calle . Mentiría si no dijera que me daba hasta una sana envidia verlo terminar su obra pala en mano y con barro hasta las rodillas. Hasta las más terribles cosas hay que empezarlas ...y terminarlas, y él lo estaba haciendo. Una vez consumada la inhumación, cada uno siguió en lo suyo y el tema del gato fue desvaneciéndose al mismo tiempo que mis heroicas ambiciones, probado era que -en una situación que requería valor- no había respondido de la mejor manera. Regreso a mi casa.

El día sigue. La vida sigue. Después de todo no soy rescatista, mi trabajo son las computadoras y no los animales. El día tuvo un protagonista...y ya sabemos quien es. Y el caso del “gato gris” hubiese quedado cerrado sino fuera por un detalle. A la noche recibo un llamado de mi madre que me dice:

- A que no sabes quien está acá ?

- No mamá, no lo sé..

- El gato !

- No, mamá,... el gato está muerto y enterrado. Yo lo ví.

- Nooo, hace un rato apareció detrás de mí pidiéndome comida. Está fantástico!

- Tiene tierra en las uñas ? (pero....qué estoy pensando?)

- Noo, está limpito.

- Mamá, estas sola ? Querés que vuelva ?

Y ahí es cuando me cuenta que el gato que enterró Javier no era el gato de la familia, sino otro. Que dedujimos, se sintió enfermo y entró por la ventana. Que el “real” se fue en ese momento por sentirse invadido o quizá por el olor y por eso nunca hubo simultáneamente dos gatos. Que el finado no tenía la “cabeza hinchada” sino que simplemente era otro gato. Que pagaron por sacrificar a un gato de vaya a saber quien. Que por lo menos tuvo una sepultura digna.

Que en paz descanse.

del nombre del blog y otras grouchadas...

de Groucho Marx a Margaret Dumont en "Un día en las carreras"

M. Dumont: - Dime Wolfie, cariño, ¿tendremos una casa maravillosa?
Groucho: - Por supuesto, ¿no estarás pensando en mudarte, verdad?
M. Dumont: - No, pero temo que cuando llevemos un tiempo casados, una hermosa joven aparezca en tu vida y te olvides de mí.
Groucho: - No seas tonta, te escribiré dos veces por semana.