Te llamé y no estabas. La voz del contestador ya no es la mía, (que hasta hace dos días me seguía atendiendo y desconociendo), pero tampoco es la tuya. Dejaste crecer las dudas, las plantas y el odio, esa cosa tan complementaria al amor que nos perpetramos más de tres meses. En otro momento pasaré por tu piso tan rápidamente como pasé por tu vida, a dejarte para siempre siete cartas cerradas, dos rosas que se niegan a morir y cien palabras escritas que jamás me oirás decir. Espero llegues justo cuando salga. Espero me llames. Espero no poder escucharte.
publicado en cuentosdecienpalabras
publicado en cuentosdecienpalabras