El diccionario dice que es un "método constitutivo de la técnica psicoanalítica, según el cual el paciente debe expresar, durante la cura, todo lo que se le ocurre sin ninguna discriminación.".
Yo paciente no soy, ni psicoanalista, pero lo uso como todos nosotros lo hacemos. En este caso para jugar un rato.
Asociación libre me remite a dos cosas: una es una asociación con socios y todo, y que se llama “libre”, aunque podría llamarse “libres”. Pero la relación más fuerte es con “asociación ilícita”, que –convengamos- todos desearíamos que sus integrantes queden lo menos libres posible.
Fuerte me remite a “Fuerte Apache”, y apache a un fuerte, pero con indios y todo. Relación cíclica podría llamarle porque en Fuerte Apache no faltan los indios.
Indio me lleva no a un indio de la India sino a un sioux o piel roja. Y piel roja me recuerda a mis días en la playa.
Días de playa podría ser el nombre de una película tipo “La Carpa del Amor”, que lo parió con la producción cinematográfica nacional, eh!. De ahí a Mónica Gonzaga y a Cacho Castaña hay un paso.
Mónica, cuántas veces nos ha separado una carpa! (sentido homenaje a la Gonzaga).
Seguimos con el Cacho, el café, la humedad, billar y reunión. Y el puto gato que destroza el cordón de mis zapatos, dice el tango. Como gato no tengo, vuelvo a la producción cinematográfica.
Cinematográfico no me lleva a las películas sino al cine como lugar. Y a los proyectores tal cual los conocí, con decenas de poleas y pernitos y la película enhebrada entre dos carretes.
Carrete al hilo, a mi vieja cosiendo en la máquina, y a Cañete. Más precisamente a Canuto Cañete, conscripto del siete, personaje de nuestro prócer Carlitos Balá.
Balá a Absalon, que era oootro personaje pero de la revista Billiken de las viejas y que tenía el mismo corte de pelo insufrible.
Billiken a las tijeras, y las tijeras a la escuela. La escuela (mi escuela) a Flora la portera, una gorda hermosa que hacía los sanguches de paleta y queso más ricos que haya comido jamás. Paleta me lleva nuevamente a la playa pero a la de mi niñez, en Villa Gesell.
Es inevitable el recuerdo del fitito blanco con guardas de paralelogramos rojos. Cuando mi viejo aprendió a hacer esta decoración, o te corrías o te hacía una guarda encima. Todo lo que recuerdo de esos años tenía esa guarda.
Guarda que se hace tarde ¡. Sigámosla entre todos.