19 septiembre, 2006

¿Siempre oímos lo que escuchamos ?


Que en "El día que me quieras" Gardel decía "un rayo misteriosoooo...arácnido en tu pelooo". Después empecé a escuchar mejor y me dí cuenta que siempre había dicho "hará nido en tu pelo". La verdad es que no sé que es peor: si tener una buena araña en la cabeza o un rayo chamuscándote los pelos.

Que la canción patria "Aurora" en una parte decía "azul lunara...del color del cieeloooo...azul lunaraaa del color del maaarr". Después entendí que decía "azul un ala" y me vino bien porque dejé de buscar qué catzo es un lunara, más allá que parezca el modelo de un Dodge.

Y en la canción a la bandera, decía "Aqui está la bandera y no la tragaaa...." y después "con valor, Zubin culos rompió". ¿Quien era el degenerado ese de Zubín ? Zubin Mehta ?

27 abril, 2006

Un héroe en la ciudad

Se despertó sobresaltado por el ruido. Desconoció el lugar por un momento hasta que se dio cuenta que era el hotel de la calle Francia. Miró por la ventana y desde ahí arriba los vio clarito: eran dos que con total descaro cargaban las bolsas en el camión. Ya le habían dicho que en Buenos Aires las cosas eran difíciles, que nada que ver con el campo de donde vino; pero tampoco imaginaba que en la primera noche se iba a enterar así. No lo dudó y buscó el número de la policía que su hermana le había anotado amorosamente junto con todas las recomendaciones posibles en una libretita marrón. Allá en “las casas” los perros hubieran ladrado hasta que el comisario mismo se despertara, pero estaba en la ciudad, y acá los perros ni ladran. La Julia se había venido hace rato bien casada con el hijo del patrón y ya era como porteña. Y ahora le iba a conseguir trabajo, allá desde que sacaron el tren nadie tiene nada que hacer. Volvió a mirar por la ventana tratando de memorizar señas particulares de los delincuentes. Como los detectives que tantas veces había visto en el televisor del bar de Don Martín, así anotó cuidadosamente cada fisonomía, los colores del camión, cada detalle que suponía importante. Ahora sí iban a estar orgullosos de él, seguramente la noticia saldría en todos los diarios y todo el bar se reuniría para leerla en voz alta. Nunca pudo entender como los diarios se enteran de todo tan rápido. Por un momento pensó en la cara de la Felisa el día que volviera, llegar a la estación, el abrazo interminable y hasta quizá se viniera con él. El policía que lo atendió después de escucharlo le preguntó su nombre y le pidió que esperase, que le iba a pasar con el comisario. ¡Quién lo viera al Anselmo hablando directamente con el comisario de Buenos Aires! Le dio toda la información, además la dirección del hotel y hasta el número de Julia, no sea cosa que quisieran felicitarlo y no lo encuentren. Y la noticia no se hizo esperar; salió a los dos días en el diario barrial que el Anselmo pedía en el mercadito. Pero no salió en la tapa sino en la hoja de curiosidades: “Increíble: vecino denuncia a temibles ladrones vestidos de verde. Resultaron ser los recolectores de residuos”.
Diga que este diario no llega a “las casas”...

16 marzo, 2006

Te llamé

Te llamé y no estabas. La voz del contestador ya no es la mía, (que hasta hace dos días me seguía atendiendo y desconociendo), pero tampoco es la tuya. Dejaste crecer las dudas, las plantas y el odio, esa cosa tan complementaria al amor que nos perpetramos más de tres meses. En otro momento pasaré por tu piso tan rápidamente como pasé por tu vida, a dejarte para siempre siete cartas cerradas, dos rosas que se niegan a morir y cien palabras escritas que jamás me oirás decir. Espero llegues justo cuando salga. Espero me llames. Espero no poder escucharte.

publicado en cuentosdecienpalabras

El pintor

Primero empezó por el rojo, pero claro, era el color de la sangre. Cambió entonces por el verde, pero notó que le recordaba a algunos horribles insectos. Probó con el negro, y sintió en él la cercanía de la muerte. El blanco debe resultar, -se dijo- pero éste se le asemejaba a las mortajas fúnebres. Y así fue probando con decenas de colores, hasta que se rindió amargamente. Un último intento con el naranja, que pronto descartó por relacionarlo con los chalecos de seguridad, lo sumió en un profundo pozo creativo. Abandonó la idea y dejó al perro como estaba.

publicado en cuentosdecienpalabras

01 marzo, 2006

Alas

Si alguien me hubiese dicho tiempo atrás que alguna vez iba a pintar un vestido de novia lo hubiese mirado con cara rara....bueno, aquí está. Para ver la colección podes visitar http://www.soucy.info/